Mi implacable tiempo

Corría el año 1959 cuando la recién triunfante Revolución Cubana, con su líder Fidel Castro a la cabeza, prohibiera a los cubanos buscar el consuelo de Dios, a pesar de que fue Dios quien le permitió gobernar. Sin la fe cristina, a la que muchos no echaron de menos, la gente vivía inmersa en el nuevo proceso, pero como nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, a partir de un momento determinado, muchos recomenzaron a buscar a Dios. Eso mismo pasó con el pueblo de Israel cuando decidió adorar ídolos y olvidarse de Dios y este lo entregó en manos de otras naciones y lo dispersó por el mundo. Así andamos hoy los cubanos, hasta que el Señor nos reúna como hizo con Israel