Soy adolescente, escuchame

El tránsito de la niñez a la juventud temprana y todos los cambios que trae consigo lo que se ha dado en llamar la etapa de la adolescencia, les interesa primeramente a los propios jóvenes (no en la dimensión conceptual) que experimentan una serie de transformaciones biológicas, cognitivas, emocionales, sociales, que muchas veces no entienden y que les afecta en sus relaciones con sus padres, familiares, amigos e incluso consigo mismos.
Esa etapa es de importancia capital también para los madres/padres/familiares, quienes sienten que deben participar en un mundo, que desde la vivencia saben que generalmente está caracterizado por turbulencias, enfrentamientos y miedos compartidos. Aunque algunos científicos, incluso citados por la autora de este libro, hayan concluido con base en sus investigaciones, que la adolescencia debe ser concebida como parte fundamental para el desarrollo de valores y acciones venideras que marcarán --agrego yo-- especialmente sus decisiones en cuanto a los caminos a recorrer con una actitud ética--o no--frente a la vida. Siempre se hace presente, en las familias, nos guste o no, el planteamiento del revuelo cuando se trata de la adolescencia.
Para los profesionales, cuyo objeto o sujeto de atención o de investigación son los adolescentes y, por ende, sus familias, los aportes que presenta la autora son fundamentales para construir o reconstruir perspectivas sobre la adolescencia, teniendo en cuenta que las singulares e inéditas relaciones familiares y el autodeterminismo del adolescente marcan de manera diferencial sus vidas. Si hay características comunes aplicables a los adolescentes, estas existen en medio de la diversidad, de la Otredad, del Gran Otro, como nos enseña la autora, quien además de ser una académica preparada, estudiosa y consecuente es Madre y, por lo tanto, fue Madre de adolescentes, que hoy día, son adultos responsables que hacen el bien.