La isla del espanto y otros cuentos

Los cubanos somos un pueblo crédulo, mágico e ingenuo, y producto de nuestra mezcla genética cualquier cosa la vemos normal, ya sea real o imaginada, y las conclusiones que sacamos para vivir lo cotidiano se basan en ese mundo que en muchas ocasiones no distingue la línea entre lo objetivo y lo virtual. Muchos años atrás, algunos cubanos creyeron que un psicópata era el enviado de los dioses e iba a poner al país por encima de todos los países de la tierra al producir y exportar más que todos en el mundo, ganar todas las guerras habidas y por haber, así como ser los mejores, los más valientes e inteligentes del mundo en general. Los más listos se percataron que esas proclamas sobre el futuro luminoso eran una quimera y decidieron hacer su vida en distintos lugares, mientras otros aún mantienen, a pie juntillas, que aquellos pronósticos, lanzados por un megalómano, son reales y se cumplirán sin importar que no haya agua, luz, ni transporte, y que la profecía será materializada a pesar de las clarias, los derrumbes y el deterioro social y moral de toda la población. Si así piensan los de una parte y otra, ¿por qué no puedo inventar historias que estén cerca de la línea que divide lo ficticio de lo real? Sé que muchos creerán cierto todo lo escrito por mí, mientras los más listos dudarán del contenido y afirmarán, con mucha razón, que mis cuentos son muy fantásticos. Las historias narradas son para entretener e introducirse en la vida privada de los personajes creados, y están presentados en un estilo sencillo y sin grandes vuelos literarios, porque mi intención es escribir sobre un tema que podría suceder o no, en dependencia del punto de vista del lector. También hallará argumentos variados que giran en torno al objetivo de los cuentos: La persecución a los profanadores de tumbas por dos ancianos, la decadencia de un dirigente revolucionario, una abuela que pierde a su nieta en un maizal frente a su casa, la vida privada de un mambí, la obsesión por un amor del pasado, el regreso de una mujer en estado de coma, y otros más. Un abrazo a todos mis lectores y, más allá de las discrepancias, espero que disfruten este libro realizado con mucho cariño y respeto. La autora