El Cristiano Frente al Odio del Mundo

Jesús ya les dijo a sus discípulos que deben permanecer en él (v. 1-11), y que se amen los unos a los otros como evidencia de estar unidos a él (v. 12-17); ahora, en tercer lugar, los exhorta a que den testimonio ante el mundo (v. 18-27). Pero este testimonio será ante un mundo malo, ante un mundo que los aborrece, ante un mundo que no aprecia el valor eterno de la predicación del evangelio. De allí que el tema principal de esta sección es la hostilidad del mundo contra Cristo y Su pueblo. Este odio se menciona siete veces en el pasaje, como prueba irrefutable de que el mundo y el cristianismo son totalmente incompatibles. Son como el fuego y el agua. Son opuestos diametralmente irreconciliables. Jesús, a comienzos del capítulo 15 habló de sus amigos, los discípulos, quienes hacen la voluntad del Padre y permanecen en el amor de Jesús; por el contrario, el mundo, los hombres que no creen en el Evangelio, no están en el amor de Jesús, no hacen su voluntad, no son sus amigos. Pero no solo no son sus amigos, sino que también experimentan enemistad y antagonismo contra los verdaderos creyentes. Por lo tanto, Jesús continúa consolando a los suyos, en la noche previa a la cruz, anunciándoles de antemano que el mundo los odiará, los enviará a la cárcel, los despreciará, los tendrá por locos, y a algunos los asesinarán. Pero ellos deben tener la confianza en que esa es una marca verdadera de que son amigos de Él, de que un día compartirán Su gloria en los cielos.