La mojogata

A Leandro Fernández de Moratín le tocó vivir en una de las épocas más importantes y convulsivas del mundo: el paso de la Edad Moderna a la Edad Contemporánea, marcado a fuego y sangre por la Revolución Francesa (1789), y el nacimiento del Régimen Constitucional en Europa y América. La importancia de Leandro Fernández de Moratín en la literatura española es grande. El teatro, la poesía, la crítica, las traducciones. Llenó de buen gusto, de cultura, de elegancia espiritual, de sutileza, cada una de sus obras. Pocos escritores como Moratín representan de manera tan perfecta el sentido del equilibrio y de la armonía en una época de reajuste, de reafirmación, de recelo, de recuento. Fue el único comediógrafo del siglo XVIII digno de sumarse a los mejores de la centuria diecisiete. Su verso es fluido y clásico. Su cultura muy vasta y delicadamente recogida. Moratín fue, sin él sospecharlo, un prerromántico, aunque más en su vida que en su literatura. Su concepción neoclásica del mundo literario le llevó a necesarias limitaciones. Pero su buen gusto le salvó muchas veces de aquellos afanes suyos por sujetarse con rigor a la intangible ley de las tres unidades: tiempo, acción y lugar, la ley que tan bonita y limpiamente se saltaron a la torera los grandes dramaturgos del siglo XVII. Moratín creó el estilo típico del siglo XVIII. Sus comedias son gratas, humanas y ejemplares.