El Artista

__ Miércoles muy temprano por la mañana, un delicado rayo de luz tenue, casi grisáceo, Como el que reflejan los días fríos y nublados tan característicos del otoño en Nueva York, se abre camino entre la desvencijada ventana cubierta de polvo añejo, simulando figuras brillantes que danzan graciosamente suspendidas en el aire. __ ¿Te gusta?, __ le pregunta con un ligero tono emotivo en sus palabras. ____Creo que está quedando hermoso no crees, No, espera, creo que hermoso no lo describe, creo que la mejor palabra para describirlo es sublime, ¿verdad?, he logrado captar la suavidad de tu piel, la frágil y sedosa textura de tus manos, el brillo de tus ojos, ¿Qué opinas? Mira, observa cómo va cobrando vida poco a poco, como va asumiendo una personalidad propia. __ ¿Te gusta? __ repite la pregunta al no encontrar respuesta a sus interrogantes __ No creo que pueda haber otro artista que te pueda plasmar como yo lo he hecho. __ Sigue sin recibir respuesta a lo que ahora se ha convertido en un monologo. __ Toma nuevamente su pincel que se encuentra sobre una pequeña mesa desvencijada manchada de múltiples colores que asemejan un pequeño collage multiforme y que muestra vestigios de uso constante además de muescas de cortes con navaja por todo lo largo y la ancho de la base. Una mano ágil, diestra, que se mueve libremente al compas de los finos trazos se aferra al pincel con la gracia y la seguridad de todo un artista, Colette no logra verle la cara solo se escucha su respiración, siempre agitada, ansiosa y su voz, ronca, obscura casi cavernosa, y pareciera como si el vaho que libremente se desprende de su boca pudiera congelar todo lo que toca.