Candil

Candil procede sucesivamente del latín (candela), del árabe clásico (quindil) y del árabe hispánico (qandíl), y significa lamparilla. Candilus y candere remiten a blancura y brillantez. La lámpara está formada por dos recipientes de metal superpuestos. El superior contiene el aceite y la mecha; y el inferior, una varilla con un garfio para colgarlo. También el candil se refiere al modelo tradicional de la lucerna de aceite romana, que tiene forma de taza cerrada. Dicha artesanía suele representar escenas eróticas, gladiadores, motivos florales. En algunas versiones hindúes aparecen los genitales masculinos y el útero como símbolos de la luz, origen de la vida. La candileja, por su parte, es el recipiente interior del candil que sirve de depósito para el aceite (infundibulum) y donde arden las mechas de algodón o lienzo (ellychnium). Los candiles fueron utilizados no sólo para la iluminación de las casas y lugares de trabajo, sino también para fines funerarios y votivos en templos e iluminación de los edificios públicos. Y, dado que alumbraban rituales y escenarios, se les dio el nombre de candilejas a la línea de luces en el proscenio del teatro. Se denomina candela a la vela para alumbrar, siendo sinónimo de lumbre y fuego. El candelero o candelabro consiste en un utensilio de varios brazos que mantiene derechas la velas o candelas. El candor habla de blancura deslumbrante, resplandor, brillo; y connota pureza, integridad, candidez, inocencia e ingenuidad. Este libro no es un tratado de lucernarios. Pretende, más bien, repartir candelas, lucernas, luciérnagas, candilejas y candor a los dieciséis vientos.